Información a validar sobre los robots

Este software está dedicado a aplicaciones específicas. Todos se benefician de los avances en la visión artificial, el procesamiento del habla y el lenguaje natural, o el funcionamiento de las redes de comunicación que ofrecen condiciones de tráfico en tiempo real. Todos ellos se basan en algoritmos cada vez más potentes que explotan eficientemente el progreso de los procesadores en términos de almacenamiento de información y velocidad de tiempo de cálculo. Todos transforman los datos en información, los píxeles en tía Adèle como le conocen a uno de los robots más famosos y como el Robot AMR, las variaciones en las frecuencias de sonido en los mensajes de texto, los atascos en las rutas, tantas actuaciones como cuestión de elogios.

Somos conscientes de que este software no es perfectamente confiable y lo aceptamos porque, en última instancia, no funcionan tan mal y sus errores no se prestan a consecuencia. Por otro lado, cuando este mismo software es utilizado por especialistas, se usan como sistemas de soporte de decisiones. Ya sea en el campo del diagnóstico médico o la jurisprudencia, sus capacidades para manejar grandes bases de datos son de gran ayuda para el médico o el magistrado. Sin embargo, la información producida por el software debe ser validada por el especialista. Confundir a un avestruz y a tía Adèle no tiene el mismo nivel de gravedad que las microcalcificaciones confusas y los tumores emergentes en una radiografía de mama. En última instancia, le corresponde al médico hacer el diagnóstico y asumir la responsabilidad.

Pero, ¿qué pasa ahora si este «encendido» designa una máquina física? El más mínimo error de software puede provocar la caída de un robot humanoide. La cuestión no es utilizar un software que no funcione tan mal la mayor parte del tiempo, es una cuestión de contabilizar con la mayor precisión posible las leyes de la física del equilibrio. Los algoritmos, el software resultante y la información resultante del cálculo deben estar certificados. Es todo el desafío de la robótica dar cuenta del mundo físico bajo este imperativo.

Estándares claros y precisos

La comercialización de un robot cumple con los estrictos estándares definidos por las directivas de máquinas que definen las condiciones de uso para satisfacer las necesidades de seguridad. Estos son esenciales desde la etapa de diseño y definen el entorno en el que debe operar la máquina. Por lo tanto, los robots industriales introducidos en la industria automotriz desde la década de 1960 están confinados en espacios donde los humanos no pueden ingresar. Por lo tanto, los pequeños robots humanoides del tipo Nao o Pepper no pueden tomar un producto de un estante de supermercado; estos robots son solo nuevas máquinas de comunicación que enriquecen a Siri con sus movimientos expresivos; No interactúan con el mundo físico más allá de su capacidad para mantener el equilibrio. Ciertamente pueden, pero en un futuro mucho más lejano de lo que sugieren los medios o los profetas de las nuevas tecnologías.